Breve
historia de los aspectos planetarios y reflexión
Esta es una muy breve historia de los aspectos planetarios, según la tradición occidental, la cual trascurrirá en cuatro etapas: clásica, medieval, renacentista y contemporánea. El tema de este artículo sólo es una excusa para concluir una reflexión final que quiero expresar. Aviso de antemano que aquí no se tratará el significado específico de los aspectos, sino los detalles de su uso general a través del tiempo. Antes de inicia quiero hacer una pequeña mención
a los tiempos pre-aspectos, por decirlo así, pues la concepción
moderna que tenemos es bastante diferente. En los tiempos sumerio-babilónicos
es muy poco común ver referencia a algo que podamos identificar
con los aspectos modernos. La configuración y el movimiento de
los planetas se medían principalmente en relación al Sol
o al horizonte. Términos como oriental, occidental, estrella matutina,
por sobre el horizonte tenían prioridad sobre lo demás.
Durante el medievo, y específicamente en la Alta Edad Medina, época dorada del mundo musulmán, se sumaron a la doctrina nuevas consideraciones sobre el uso de los aspectos. En concreto la atención se fijó en el movimiento vivo de los planetas. Aparecieron las nociones de aplicación, perfección y separación, cobrando tal importancia que los aspectos llegan a considerarse existente mientras el planeta rápido aplique al planeta lento.
Otro añadido de los árabes
fue el magistral uso de la recepción, con lo cual se completa la
ahora perfeccionada doctrina de los aspectos. En esta época se
logró la comprensión ideal del movimiento de los planetas
y su significado, se generalizaron términos como asamblea, vacío
de curso, feral, conexión, trasferencia, recolección, bloqueo,
escape, obstrucción, retorno, recompensa, generosidad, etc., términos
que de hecho nos parecen familiares y obvios. Por otro lado, aunque desde
Ptolomeo tenemos la idea de que el trígono y el sextil son aspectos
harmoniosos y la cuadratura y la oposición no, fue apenas en esta
época que tal concepción cobró su importancia central. Finalmente, la modernidad viene a significar la senectud y la decadencia. Esta etapa se caracteriza por desentender, negar y desconocer todas las bases clásicas y los avances realizados en el medievo. Kepler y Morin de Villefranche sembraron la semilla que en un futuro acabaría destruyéndolo todo, introduciendo los “aspectos” de quintil, biquintil, decil, tridecil, semicuadratura, sesquicuadratura, semi-sextil y quincuncio. Esto, junto con la preponderancia que, en general, el renacimiento le dio a los orbes, llevó a la corrupción de la doctrina y aquellos pasaron a ser parte del aspecto, no del planeta. Ambiento llegado este punto, cada autor determinó el tamaño de los orbes según su consideración subjetiva, no según criterios astronómicos. La relación de los signos y sus naturalezas dejaron de ser la base donde se sustentaba la doctrina entera, pasando a ser una cuestión meramente angular. Así, un planeta a 2º de Aries y otro a 27º de Géminis formaban una cuadratura. Se inventaron supuestas teorías sobre armónicos, se diseñaron softwares que entregaban todo tipo de tablas y ventanas de siclos; ya nadie recordaba qué era una cuadratura diestra, una trasferencia, o una relación latitudinal. Es así como esta historia termina, a finales del siglo XX y un saber de más de dos mil años de antigüedad caído en desgracia. Antes de terminar quiero decir que soy un tradicionalista
en muchos sentidos, creo en los ciclos, y no me extraña que esta
historia se corresponda con las etapas del crecimiento orgánico.
Pero así como después de una muerte nace otra vida, así
esta historia ha de tener una final feliz. Cualquiera con acceso a internet
va cayendo en cuenta que la “astrología” moderna murió
con el último siglo. En su lugar está surgiendo poco a poco,
tímidamente, un movimiento de recuperación casi arqueológico.
Los más antiguos textos se traducen, las técnicas se recuperan,
los conceptos vuelven a generalizarse, los errores se corrigen y todo
se adapta a las particularidades del mundo contemporáneo. Hay muchas
malas interpretación, como se puede esperar, muchos desentendidos,
pero con disciplina, rigor y honestidad, este nuestro arte podrá,
seguramente, volver a ser la ciencia de los sabios que fue un día. Syrus, 1/May/2017 |